Otra de las cosas con las que estoy disfrutando es con espiar al pequeño C. a la hora del recreo, vivimos justo enfrente de su colegio y desde la terraza se ve perfectamente el patio. Es divertido verlos jugando, bailando a su aire, comiéndose el bocadillo o tirándolo con la tranquilidad de que nadie va a decirle nada.
Una vez suena la sirena del fin de recreo los niños dejan paso a las gaviotas que se avalanzan sobre los restos de bocatas cual pájaros de Hitchcock.
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